¿Una Aseguradora con lazos de Familia? Parte 1

Celebracion en oficina

Recuerdos de la mejor Aseguradora del mundo, no sólo eficaz con el cumplimiento exitoso de su misión, sino que construyó la inolvidable Familia Colmena.

Refiriéndonos a la foto => ¡¡¡Así celebrábamos cada nueva póliza de autos que lográbamos vender o negocio que conseguíamos, no importando su tamaño, cuando empezó nuestra operación!!!

Introducción

Como todos los fans de este grupo sabemos, Seguros Colmena no solo fue una sorprendente Compañía de Seguros que marcó una imborrable página en la historia de Colombia y del mundo.

Pues, además de ser un modelo único como empresa, construyó una familia, sin nexos de sangre tal vez, pero con una fuerte interconexión de almas, como se demuestra cuarenta y cuatro (44) años después de su fundación.

Esta Aseguradora con Lazos de Familia, ha sabido preservarse en el tiempo, no importando que ya no tenga sede física y ni siquiera se mencione en los registros históricos de los archivos virtuales ubicados en la “nube de Internet”.

Y posiblemente adolecerá también de una involuntaria tendencia a seguir marchitando sus impresos físicos en algún olvidado rincón de biblioteca pero, que se mantiene viva, en un lugar que nadie nos puede arrebatar ni tergiversar: ¡¡¡Nuestras mentes y nuestros corazones!!!

Como reconstruir historia para traer anécdotas y recuerdos desde tantos años atrás indiscutiblemente se constituye en una labor titánica y bastante difícil, con mucho amor hacia la que siempre seguirá siendo mi familia, humildemente ofrezco sembrar unas primeras semillas conteniendo remembranzas.

Con la esperanza que incentive el aporte comunitario de todos los integrantes de este maravilloso conjunto de colegas que, de una u otra forma, dando lo mejor de cada uno, contribuyó a que Seguros Colmena fuera más que una intangible marca comercial bastante bien posicionada y sorprendentemente exitosa, para llegar a construir una verdadera familia y una especie de logia benefactora de tantos.

En contraprestación, merece que por lo menos, intentemos registrar de manera escrita y gráfica, algunos de los principales rasgos y vivencias que en la primera y segunda generación de estos especiales “hijos” suyos, tuvimos la fortuna de disfrutar.

¿Cómo aportar contenido?

Para facilitar entonces el registro y posterior lectura de tanta valiosa información, pongo a consideración de ustedes el procedimiento que a continuación resumo:

En primer lugar, habilitar una especie de “cartilla electrónica” que recopile y comparta las “memorias” aportadas por todos los que tengamos interés en hacerlo, manifiesto ello en forma de datos con su respectiva explicación, para que podamos acceder a verdadera información que sea legible y entendible por todo el grupo. Esto referido a nuestra historia.

Pero no deberíamos quedarnos sólo en este contexto, mirando por una especie de “espejo retrovisor” lo que ya pasó, aún así contenga gratas remembranzas que indiscutiblemente vamos a disfrutar muchísimo.

También deberíamos aprovechar el presente, esta oportunidad que Dios nos sigue concediendo todavía y durante un tiempo adicional incierto, de seguir con vida, y junto con ello, de entender que en paralelo con esta divina concesión, también mantenemos un nivel de responsabilidad y una serie de tareas todavía inconclusas, para de manera cierta, honrar la memoria y el conjunto de principios filosóficos y humanitarios que nos inculcaron en el seno de la aludida Familia Colmena.

El material informativo al cual vayamos teniendo acceso, podríamos clasificarlo y asignarlo al capítulo que corresponda. Y, ¿quién quita que la cartilla con material informativo se nos crezca y se convierta en un Libro Virtual?

Como mencioné en mi anterior comentario, el sistema contemplado por Facebook, enfocado más en facilitar hilos de conversación a manera de charla, descalifica los textos largos.

Teniendo esto en consideración, es que mi publicación inicial en dicha red social se restringe a la invitación para acceder a través de un enlace hacia un sitio externo, al contenido completo del presente primer artículo “oficial”, depositado en un espacio exclusivo y especial dentro de mi sitio web, sin descartar que a futuro, habilitemos un subdominio para brindarle mayor independencia  al perfil de valioso contenido que nos ocupa.

Ya sobre ello, procedimientos y mecánica de acción tendremos oportunidad de tratarlo en mayor detalle un poco más adelante, dependiendo naturalmente de la prevía aprobación que den ustedes a esta sugerencia.

Pero bueno. Entremos en materia…

Empieza el diseño sobre escritorio

La verdad no sé que tantos de los lectores tengan claro ¿De dónde? y ¿Por qué? Nació nuestra querida Seguros Colmena.

Anticipando mis disculpas por los involuntarios errores en fechas, datos y nombres de los protagonistas, hago entrega de estas primeras “semillas” de los recuerdos:

En el transcurso del segundo semestre del año 1979, el Doctor Bernardo Botero Morales, ocupando el cargo de Gerente General en Seguros Tequendama, y posiblemente contando también con la asesoría de otros dos colegas cercanos suyos:

Hernán Marulanda Echavarría, Gerente de la Sucursal Bogotá de Seguros Tequendama y, Pedro Neira Baena ocupando el cargo de Contralor en la misma aseguradora, no descartando la asesoría y consejos bien intencionados de algunos otros expertos amigos del Doctor Botero, lideró éste la idea magistral de “desenterrar” una licencia para la operación de otra aseguradora, adscrita al mismo grupo, pero que se encontraba totalmente inactiva, preservada sin embargo con el fin de facilitar algunos trámites específicos ante la Superintendencia Bancaria (hoy Superintendencia Financiera de Colombia).

Concibió entonces el proyecto de aprovechar la existencia de la mencionada licencia, desarrollar un Plan Estratégico de Negocios y complementarlo con un detallado estudio de mercado y otros pilares de índole financiera, para culminar en algo que fuera “creible” y pudiera presentar a un pequeño grupo de empresarios que apalancaran financieramente la idea.

Es así, como fruto de su persistencia y convicción personal, logra convencer a un pequeño conjunto de reconocidos emprendedores para que aportaran el “capital semilla” para poder cumplir el requisito de capitalización mínima que requería la Superintendencia para reactivar la licencia que mencionamos antes.

Primer apalancamiento: El Financiero

Cabe recordar que ninguno de los funcionarios del equipo gestor, tenía un peso para aportarle al capital de trabajo requerido, sin descartar que eventualmente el Doctor Botero hubiere invertido algunos pocos centavos de su patrimonio personal, pero de resto….

Era tal la estrechez económica que dentro del Plan Estratégico inicial, se descartaba por completo el hacer inmovilización de capital alguno comprando equipos o mobiliario. Por el contrario la idea siempre fue minimizar el gasto hasta donde fuera posible, empezando por convenir entre nosotros el reducirnos los sueldos a unos niveles bastante modestos por no decir bajos!!!.

Esto también lo conoció o presumió conocer el “mercado”, dándo argumentos adicionales para que comentaran, cosas como: <Están definitivamente locos!!!. Son buenos muchachos, con muy buenas intenciones pero con una ambición desbordada que no tiene sentido!!!>

<Le ponemos una duración de máximo seis (6) meses a esta aventura y después, si todavía continúan con el entusiasmo, se van a convertir en una Agencia de Seguros!!!> Y para nuestra mortificación, comentarios como estos los llegamos a conocer por boca de algunos Intermediarios amigos, un par de los cuales más adelante vamos a destacar.

Pero….

Se aparecen entonces, emulando unos modernos reyes Magos, un grupo mínimo de benefactores, motivados tal vez más por la curiosidad y el ánimo de apostarle a una idea tan poco usual y atrevida, brindándonos la oportunidad de contar con el “empujón” inicial que necesitábamos en el plano económico.

Estos gestores del apalancamiento financiero fueron los señores Hipólito Pinto, santandereano fundador y dueño de Gaseosas Hipinto; Nepomuceno Cartagena, Mauricio N.N. alto directivo de un muy importante Corredor de Bolsa (cuyo nombre no logro recordar en este momento), y eventualmente algún otro inversionista institucional, apoyados más en la imagen de seriedad y prestigio del Doctor Botero, aunado esto a la excelente presentación e indiscutible credibilidad que inicialmente dieron al proyecto.

Es así como, una vez aprobada la viabilidad financiera del proyecto, el mencionado gestor y “papá” del mismo, inició el trabajo de contratación del primer pequeño conjunto de colaboradores con los cuales poder iniciar operaciones en forma tal que coincidiera con el comienzo del siguiente año (1980).

Segundo apalancamiento: El Talento Humano

Fruto del mencionado proceso, aceptaron asumir el riesgo de lanzarse a la aventura de crear una nueva Compañía de Seguros, Hernán Marulanda Echavarría desempeñando el cargo de Vicepresidente y Pedro Neira Baena como Contralor General de la futura empresa.

Como siempre ha sido usual dentro del sector asegurador, la velocidad para transmitir informalmente las noticias (en lenguaje coloquial, “contar el chisme”) siempre ha sido digna de admirar.

Dejó de ser entonces un proyecto “top secret” y se volvió la “comidilla de pasillo”. Decantada la inicial sorpresa, la casi totalidad de competidores calificó esta idea como “loca y sin sentido”, menosprecio y subestimación éstos que luego se pudo capitalizar y agradecimos, como veremos más adelante.

Faltaba entonces un “técnico” en seguros, logrando comprometer a un personaje cuyo nombre no recuerdo en este momento, quién a medida que se aproximaba la hora de la verdad abriendo puertas al público para lanzar oficialmente la operación, fue pidiendo consejos y opiniones dentro de su propio círculo de influencia, en mayor proporción a lo debido, llenándose de dudas y declinando su compromiso hacia principios del mes de noviembre de 1979.

Haciendo un paréntesis, en uno de mis primeros viajes a Ciudad de México, conocí un adagio muy popular en dicho país, que más o menos dice así: “Cuando algo NO es para uno, pues No es para uno, aunque te pongas. Pero también, cuando algo SI es para uno, pues es para uno, aunque te quites”. Y esto, para mi caso personal, aplicó completamente.

Yo, manizaleño de nacimiento, de hablado paisa “arrastrao” y campeche como un berraco, estaba cursando mi décimo semestre de Economía y, luego de una trayectoria significativa como técnico de seguros en las sucursales de tres aseguradoras prestigiosas como fueron Colpatria, La Nacional de Seguros y Agrícola de Seguros, a pesar de haber tenido el honor de ser “cofundador” de las tres Sucursales para Agrícola en las capitales del Eje Cafetero (Manizales, Pereira y Armenia), por algunos extraños manejos e injustos detalles que por respeto a la memoria del Gerente en dicha zona (Q.E.P.D.) prefiero omitir, como dice el cuento “se me acabó la luna de miel” con muchas satisfacciones trabajando con el Gremio Cafetero, y me quedé sin puesto.

Como realmente no tenía nada que ocultar, ni de qué arrepentirme, rápidamente fui contactado por un par de Sucursales locales que me ofrecieron puesto, pero…

Entre las estrategias de los directivos del sector cafetero, se había adelantado un programa especial para “Formación de Futuros Ejecutivos”, habiendo seleccionado un grupo de 4 profesionales con cierto nivel de calificación por nuestro desempeño, conformado por Julián Efrén Ossa Gómez, Gonzalo Sanin Posada, Carlos Alfredo Quiñones y el suscrito.

Cuando supo de la forzosa e injustificada renuncia mía, Julián Efrén me llamó, le amplié detalles sobre los acontecimientos y en la misma llamada me pidió que le diera permiso para postular mi nombre ante el Doctor Botero, brindándome además un primer bosquejo de información sobre el “proyecto loco” que tenían en mente, el pequeño grupo de “aventureros”, cosa que picó mi curiosidad y llamó bastante mi atención.

Al poco tiempo efectivamente me llamó el Doctor Botero y me invitó a una reunión presencial en Bogotá, advirtiéndome que como apenas se iba a abrir la Compañía, no tenían como facilitarme viáticos, ni pasaje, ni gastos de hospedaje, pero así mismo destacándome que los miembros del equipo ya conformado “se la estaban jugando toda” arriesgando la comodidad y seguridad de sus altos cargos ejecutivos, para entregarse por completo a este “sueño”.

Ello me motivó, pensando para mí <La verdad es que ellos están arriesgando más que yo> Pero de otra parte, también se destacó la cruda realidad que si efectivamente se daba mi vinculación, yo dejaría de ser “hijo de papi”, viviendo, comiendo y gastando en casa de mis padres, para irme a vivir solo a una ciudad que en realidad no conocía, pues mis viajes anteriores a Bogotá siempre tuvieron propósitos específicos como Cursos de Inducción de las aseguradoras, algún par de temporadas taurinas y algunas visitas al Centro de Exposiciones. Pero fuera de ello, no conocía nada más de la ciudad.

En fin, para acortar este paréntesis personal, asístí a la entrevista que duró casi toda la mañana y, consecuencia afortunada de ello, me vinculé formalmente al proyecto.

A los pocos días de mi regreso a Manizales, ocurrió un fuerte terremoto entre cuyos daños físicos derrumbó una buena parte de las escaleras de acceso a los pisos altos en la sede de la Universidad de Manizales, lo que generó algunos trastornos y un retraso de un par de semanas para la entrega de mi tesis y obtener el Grado final.

La nueva Aseguradora abre sus puertas

Empieza el año 1980, la Compañía abre sus puertas al público y yo, consecuente con el retraso mencionado antes, me demoro una semana más en empezar mis labores.

Pero adicionalmente, para colmo de males, como yo no conocía todavía bien esta parte Nororiental de Bogotá, y como buen montañero, criado a punta de plátano y aguapanela, me perdí y llegué casi una hora tarde a la oficina.

Abochornado presenté las disculpas del caso, prometí salir mucho más temprano de mi residencia temporal en el barrio Marsella en fronteras del sector sur de la ciudad y estudiar con más detenimiento las alternativas de rutas que debería tomar para estar, no solamente a tiempo, sino preferiblemente antes de iniciar la jornada laboral.

Edificio APA

Y así, en el séptimo piso del Edificio APA (luego denominado Seguros Médicos Voluntarios), ubicado en la Calle 72 Nro. 6-44 (si no estoy mal), traspasé el umbral de las pequeñas y estrechas oficinas de la gran Aseguradora Mercantil S.A., pues este fue en realidad nuestro primer nombre.

(Nota: Finalizada la lectura de este artículo, les comparto una foto panorámica reciente del Edificio de Allianz, inicialmente llamado APA, en cuyo séptimo piso iniciamos operaciones en Enero de 1980 bajo la razón social de Aseguradora Mercantil)

La Génesis de Seguros Colmena

Y entonces qué….

 ¿Cuándo y cómo nos convertimos en Seguros Colmena?

Como esta parte de la historia ya está resultando demasiado larga, dejémosla para la próxima entrega, en donde les daré un resumen sobre las actividades nuestras durante los primeros días de operación, con una cantidad bastante simpática de anécdotas y detalles que, obviamente con gusto también les entregaré. No se la pierdan!!!!

Fuerte abrazo para todos.

Publicación ISAN-0034-130224 – AgroEscritor

1 comentario en «¿Una Aseguradora con lazos de Familia? Parte 1»

  1. Hola, esto es un comentario de prueba, que nos sirve además como recordatorio e instructivo sobre cómo proceder en estos casos.
    El planteamiento lo escribe por defecto el grupo detrás de la plataforma de referencia que estamos utilizando, o sea, WordPress en su versión community (comunidad mundial de desarrolladores de sitios web con WordPress).
    Ellos dicen: <<Para empezar a moderar, editar y borrar comentarios, por favor, visita en el escritorio la pantalla de comentarios.
    Los avatares de los comentaristas provienen de Gravatar.>>

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